Dicen que es el bosque tropical más viejo del mundo, con más de 130 millones de años de antigüedad. Taman Negara significa en malayo «Parque Nacional», y ocupa una extensión superior a los 4.000 km². Es el hogar de muchas especies protegidas: elefantes, tigres, osos, leopardos, rinocerontes… Sin embargo, la probabilidad de ver uno de estos animales es prácticamente nula. Nuestro guía nos dijo que en toda su vida solo había visto un tigre. Todos los grandes mamíferos (a excepción de algunos ciervos) viven en las zonas más profundas de la jungla, en áreas de difícil acceso. Si contemplas Taman Negara como un safari, este no es tu sitio. Lo que sí verás en cambio son árboles enormes, y una vegetación exuberante.
Para llegar a Taman Negara lo más fácil es contratar un tour organizado (en mi caso la compañía fue Justexplore Travel), que te planifica los transportes, comidas, alojamiento y guía. Pagué unos 85 EUR por todo el pack (3 días – 2 noches).
El bus nos recogía a las 8.30 de la mañana en el barrio de Chinatown de Kuala Lumpur. Tras un bus, furgoneta, y un paseo en barca llegamos al complejo de Taman Negara a las 15h de la tarde.
Es un pequeño poblado formado por hoteles, restaurantes y agencias, todo ello vinculado al Parque. Me esperaba algo más virgen y auténtico pero, a pesar de todo, es cierto que estás en medio de la selva. Me alojé en la opción más barata que ofrecía el pack: habitación compartida en el Fan Hostel. El sitio está bastante bien, un poco alejado del río, pero hay un servicio de pick-up que te recoge y lleva continuamente.
Tuve la suerte de compartir habitación con 3 chicas holandesas muy simpáticas, con las que pasé buenos ratos ese fin de semana.
También conocí a Pablo y Diana, una pareja encantadora de españoles que estaban viajando por Malasia.
La verdad es que cuando viajas en solitario, a nada que vayas con algo de mentalidad abierta, conoces muchísima gente de todo tipo, lo que resulta una experiencia de lo más enriquecedora.
Esa misma noche hicimos un «tour nocturno» por la selva. De noche es el mejor momento para ver los pequeños habitantes del bosque, ya que es el momento cuando salen a cazar. Serpientes, escorpiones, arañas, ciempiés… y algún tucán. Eso es todo lo que pudimos observar. Aunque el animal más impresionante de todos los que vi, fue en el propio hotel. Mientras cenábamos, una ardilla voladora de gran tamaño se posó en un árbol cercano y empezó a treparlo a toda velocidad. No me dio tiempo de sacar fotos.
Al día siguiente hicimos el canopy walk, pasarelas que se alzan a unos 50m del suelo uniendo unos árboles con otros.
Por la tarde visitamos un pueblo de la zona. Hay etnias locales que llevan viviendo en la selva desde hace generaciones, con un estilo de vida tradicional y respetuoso con el medio que los rodea.
La selva de Taman Negara impresiona. Pero me quedé con ganas de algo más. Si volviera, haría una excursión de trekking a las profundidades del Parque. Para realizar esta opción es necesario disponer de 2-3 días extra, ya que se duerme en medio del bosque en tiendas de campaña. ¡Y hay que ir mentalizado respecto a las sanguijuelas!
¡Qué pasada de viaje! 😀
Quiero volver a Asia. Me encanta tu blog, Íñigo. Espero verte en navidades.
Un abrazo,
Sofía
Pues ya sabes, el año que viene toca Kuala Lumpur XD