Cena internacional

Todavía no tengo piso. Se supone que la que va a ser mi habitación estará libre a partir del sábado, así que por el momento estoy de «okupa» en el apartamento de Pino y Gon. Además de ellos, en el piso viven una pareja de Filipinas y una chica de China. Jenny (así es el nombre «inglés» de la china mandarina) tiene mucha curiosidad por aprender español, así que cada noche antes de dormir hacemos un intercambio de idiomas. Ella nos enseña una frase/palabra en chino y nosotros una en español. Me viene bien para refrescar, que el mandarín lo he dejado bastante olvidado últimamente.

 

Pues bien, anoche tuvimos cena internacional en el piso. A cada uno le tocaba cocinar un plato típico de su país. Para variar, los españoles llegamos tarde a la cena. Así que a las 19h, hora en la que los filipinos estaban muriéndose de hambre porque suelen cenar a eso de las 18h, llegamos nosotros. Estaba toda su comida preparada, pero… ¡faltaba el plato español! Así que nos

pusimos manos a la obra a preparar una «typical» tortilla de patata. Corta las patatas, fríe la cebolla, escurre el aceite, bate los huevos, mézclalo todo, ponlo en la sartén, dale la vuelta y… ¡voilá! El resultado fue bastante satisfactorio para haberlo hecho con prisas y corriendo. Eso sí, creo que ha sido la tortilla de patata más cara que he cocinado. Freír patatas y cebolla en aceite de oliva cuando estás en el extranjero sale a un ojo de la cara. La próxima vez probaremos con aceite de girasol, o de cacahuete o de soja, que aquí es de lo más barato.

 

Los filipinos habían preparado una caldereta de carne y verdudas, ¡buenísima! Jenny por otro lado cocinó pollo picante, y revuelto de huevo con tomate. Cómo no, no podía faltar un buen perol de arroz blanco. Gabi sacó un excelente jamón jabugo, pero no les fascinó especialmente. De hecho, a Jenny no le gustó porque estaba «crudo». En fin, ¡ellos se lo pierden!